Al momento de solicitar un crédito hipotecario, es fundamental entender los distintos tipos de tasas de interés disponibles y cómo pueden impactar en tu economía a lo largo del tiempo.
En esta nota, explicaremos las características de las tasas fijas, variables y mixtas, para ayudarte a elegir la opción más adecuada para tus necesidades.
1. Tasa fija: estabilidad garantizada
Un crédito hipotecario con tasa de interés fija implica que el porcentaje aplicado al crédito no cambia durante todo el plazo pactado. Esto significa que tus dividendos serán iguales cada mes, independientemente de las fluctuaciones del mercado.
Ventajas:
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Previsibilidad en los pagos, ideal para quienes prefieren estabilidad.
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Protege frente a aumentos futuros en las tasas de interés.
Desventajas:
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En general, las tasas fijas suelen ser más altas al inicio en comparación con las tasas variables.
¿Para quién es ideal?
Para quienes buscan seguridad financiera y prefieren un panorama claro de sus pagos a largo plazo.
2. Tasa variable: flexibilidad y riesgo
Los créditos con tasa de interés variable están vinculados a un índice de referencia, como el TAB (Tasa Activa Bancaria) o algún otro indicador económico. Esto significa que la tasa de interés puede aumentar o disminuir con el tiempo, afectando el monto de los dividendos mensuales.
Ventajas:
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Generalmente, comienzan con tasas más bajas que las fijas.
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Posibilidad de aprovechar descensos en las tasas de referencia.
Desventajas:
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Los pagos pueden volverse impredecibles, aumentando el riesgo financiero.
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Sensibilidad a cambios en el mercado que pueden generar alzas significativas en los dividendos.
¿Para quién es ideal?
Para quienes tienen capacidad de adaptación económica y están dispuestos a asumir cierto nivel de riesgo a cambio de una tasa inicial más baja. Por lo general, los inversionistas inmobiliarios prefieren este tipo de tasas para aprovechar disminuciones en las tasas referenciales.
3. Tasa mixta: lo mejor de dos mundos
Un crédito hipotecario con tasa mixta combina características de las dos opciones anteriores. Durante un primer período (generalmente los primeros años), se aplica una tasa fija, y posteriormente se convierte en una tasa variable.
Ventajas:
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Ofrece estabilidad inicial, permitiendo planificar mejor los pagos en los primeros años.
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Posibilidad de beneficiarse de tasas variables más bajas en el futuro.
Desventajas:
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Incertidumbre sobre cómo evolucionarán los pagos cuando la tasa pase a ser variable.
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Dependencia de las condiciones del mercado a largo plazo.
¿Para quién es ideal?
Para quienes buscan estabilidad al inicio del crédito, pero están abiertos a asumir algún riesgo en el futuro. Nuevamente, son los inversionistas quienes deciden optar por tasas variables o mixtas.
¿Cuál es la más conveniente para ti?
La elección de la tasa ideal depende de tu situación financiera, tu tolerancia al riesgo y tus objetivos a largo plazo.
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Si priorizas estabilidad y certeza, la tasa fija es tu mejor opción.
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Si tienes flexibilidad económica y esperas una baja en las tasas a futuro, la tasa variable puede ser más adecuada.
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Si buscas un balance entre ambos extremos, la tasa mixta te ofrece una solución intermedia.
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